miércoles, 3 de diciembre de 2014

La 'foolish logic' de Magic in the Moonlight

Debo confesar que no fui capaz de acabar Annie Hall. También tengo que decir que, a ratos, Vicky Cristina Barcelona me horrorizó: como barcelonesa no entiendo el empeño de Woody Allen de convertir la ciudad condal en parte de Andalucía. No he visto Manhattan ni Blue Jasmine. Sin embargo, me llevé una grata sorpresa al ver Scoop y Match Point. Y también me enamoré hace unos meses de Midnight in Paris.

Emma Stone es Sophie y Colin Firth es Stanley











Como fan suprema de Colin Firth debía darle una oportunidad a esta película, que ya de por si me recordaba bastante a Midnight in Paris... Así que aquí va mi opinión.


Sinopsis

Con un principio bastante a lo El ilusionista, se nos presenta a Stanley Crawford (Firth), un inglés pedante y nihilista que en su tiempo libre se dedica a desenmascarar a charlatanes y adivinos de todo tipo. Convencido por su viejo amigo Howard Burkan, Stanley pone rumbo al sur de Francia para descubrir los embustes de una joven americana llamada Sophie (Stone)... Stanley, por más que lo intenta, no consigue descubrir las artimañas de la joven.


Lo primero que me llamó la atención fue la gran diferencia que existe entre la secuencia de apertura de Midnight in Paris y esta película. La primera empieza con una exquisita introducción a la gran protagonista del film: París. En ella podemos ver diferentes imágenes en movimiento, muy a lo stop-motion, con una luz suave y romántica muy típica del director (a juzgar por las películas que he visto). Si esas postales parisinas rezuman romanticismo y frescura, la primera secuencia de Magic in the Moonlight es oscura, claustrofóbica y, en mi opinión, poco atractiva.



Sin embargo, una vez que tenemos al protagonista en el sur de Francia, Woody Allen pone en marcha gran parte de su potencial para crear, de ahí en adelante, una atmósfera dulce e idílica.


Orgullo, prejuicio y nihilismo

Como de cine sé más bien poco y la cabra siempre tira al monte, diré que lo que más me ha llamado la atención de esta historia son las similitudes entre ésta y Orgullo y prejuicio.

Está claro que Colin Firth, aún después de ganar un Óscar por The King's Speech, no ha conseguido quitarse el San Benito que lleva encima: sigue siendo el eterno Mr Darcy. La cosa empieza a oler cuando Burkan, el amigo del protagonista, le reprende diciendo que siempre consigue caer mal a la gente. DARCY ALERT.

En este caso, el protagonista masculino admite que Sophie es una mujer atractiva, pero mantiene que es una farsante. Así pues, la relación entre los dos no empieza con buen pie, como tampoco lo hace la de los personajes más célebres de la novela de Jane Austen.

Sin embargo, poco a poco Stanley cae rendido ante el don de Sophie y y se convierte en un hombre soñador y romántico.



¿Qué faltó? Stanley sumergiéndose en el mar Mediterráneo con una camisa blanca de época, al más puro estilo de la miniserie de la BBC Pride and Prejudice.


¿Y bien?

Tengo que decir que me encantan las comedias ligeras. Y esta lo es. También me gusta que se cuide mucho la fotografía y el color. Y esta lo hace.

Quizá lo que le falla a Magic in the Moonlight es el hecho de que sus personajes, en especial Stanley, van de un extremo al otro: de nihilista a romántico, a otra vez nihilista, a otra vez romántico.

¿Y el final? Según he leído por ahí, es un final muy previsible. En mi opinión, no lo es tanto. Lo últimos diez minutos son divertidos pero angustiosos a la vez: ¿acaban juntos?, ¿se casa Sophie con el muermo que toca el ukelele como si le estuviesen matando?


Si os gustan las películas de Woody Allen o las comedias románticas, dadle una oportunidad.



jueves, 28 de agosto de 2014

Reconsiderando True Blood

Ayer mismo, en cuanto me encontré sola en casa, hice algo que tenía cierto pavor a hacer. Enchufé el portátil a la tele y al DVD y me dispuse a ver el último capítulo de True Blood. Cómo empecé a ver dicha serie ahora ya no tiene mucha importancia, pero sé que no he sido la única que se preguntaba, verano tras verano, por qué narices seguía viéndola.

Juro que no es por Eric


Está claro que True Blood es una serie llena de tios buenos personajes interesantes que representan, hasta el topicazo, la esencia del sur de Estados Unidos. Pero seamos claros, Sookie Stackhouse es un coñazo de protagonista. Una pelma y una cursi. Aún tengo pendiente encontrar a alguien que haya visto la serie y crea que es un personaje digno de recordar.

Lo primero que me llamó la atención de esta serie fue la cabecera. La HBO, como más tarde aprendería, se curra muchísimo las cabeceras de sus series (véase Game of Thrones o Six Feet Under), pero con ésta hicieron un trabajo más que magnífico. Puedo decir que es la única cabecera que nunca paso de largo. Quién me iba a decir a mí cuando empecé a verla con unos 18 o 19 años que acabaría estudiándola brevemente en una clase de literatura sureña de los EEUU de un máster en la Universidad de Santiago de Compostela... A lo que iba. Una de las características de esta cabecera es el contraste entre lo sagrado y lo profano, el cristianismo y todo lo que hay más allá, y de cómo una religión que llama a amar al prójimo acaba por repudiar a los que son diferentes, a los vampiros.


Creo que la cabecera de esta serie consigue principalmente dos cosas: sintetizar el universo violento y obsceno de True Blood y a la vez hacer una crítica al fanatismo religioso y a la llamada hipocresía de la cultura yankee.

True Blood consigue, en mi opinión, sobreponerse al hecho de que su protagonista simplemente es un plomo. Y es por eso que la serie se salva por otros personajes mucho más carismáticos, tales como Lafayette y su hookah, Pam y su I'm so over Sookie and her precious fairy vagina y, por supuesto, Eric Northman.Y no nos olvidemos de Antonia Gavilán de Logroño, que carisma lo que se dice carisma no tenía mucho, pero te echabas unas buenas risas cada vez que pronunciaba su nombre.

No solo eso, True Blood ha tocado temas como el fanatismo religioso, la política conservadora de Estados Unidos, el holocausto y los campos de concentración o la falta de derechos hacia según qué colectivos (en este caso, hacia los vampiros).

¿Y cómo ha quedado la historia al final de la serie? Obviamente a partir de aquí hay spoilers. Resulta que a Alcide se lo cargan así de un plumazo porque el buen hombre ya sobraba en la trama, y a Sookie se la pela. Muere Tara y los espectadores lloramos de alegría. Bill, personaje del cual he estado evitando hablar ya que sobre él tengo sentimientos encontrados, se clava una estaca haciéndose el mártir de la finale, justificándose con el hecho de que no quiere privar a Sookie de una vida normal (esto último me huele a Edward Cullen). ¿Entonces Sookie se queda con Eric? Pues no. Eric y Pam siguen con su vida de desenfreno una vez que consiguen sintetizar la New Blood.

¿Es un buen final? Sí.
¿Ha sido una buena temporada? No.

Para mí True Blood ha sido durante todos estos años una serie petarda que ver en los días más calurosos. Sin embargo, ahora que se ha acabado y analizando un poco el contrafondo de la serie, sé que voy a echarla de menos.